(GABINETE DE MEMORIAS)
Texto: Joel Bracho Ghersi 
Galería Mateo Sariel 
Agosto 2018

A partir del siglo XVI y hasta bien avanzado el XVIII se popularizaron en Europa los cuartos de maravillas o gabinetes de curiosidades. Eran espacios de la casa reservados a enormes colecciones, que incluían desde artesanías hasta piezas de arte o instrumentos científicos, pero que especialmente se concentraban en especímenes naturales de todo tipo, ordenados de maneras diversas de acuerdo con taxonomías más o menos científicas. Algunos gabinetes llegaron a hacerse famosos y atraían visitantes de todas partes, que venían a conocer las maravillas que albergaban y las historias detrás de cada una de ellas. Porque toda colección cuenta una historia y en ella pesan tanto las memorias del coleccionista como la relevancia de los objetos reunidos. Acaso la memoria no sea otra cosa que una colección, también más o menos arbitraria, de momentos y recuerdos, de objetos o fragmentos que por alguna razón guardan para cada quien algún significado, alguna parte de la historia. María Camila Bernal Toro, Remedios, ha hecho de su obra un recorrido, una colección que ha ido llenándose de fragmentos de memoria y de elementos que en cada etapa de su trabajo retoma de las anteriores, siempre con una nueva mirada y una nueva significación. Su propuesta actual es un gran gabinete de maravillas: un espacio en el que la proliferación de elementos naturales aparece de la mano de la acumulación de detalles y ornamentos que ha caracterizado gran parte de su trabajo, en un conjunto que conjuga su interés por los bestiarios medievales, las ilustraciones renacentistas de especímenes naturales y los elementos de naturaleza tropical que han protagonizado sus series más recientes, junto a otros que aparecen ahora por primera vez. La muestra es plural, por supuesto. Como buen gabinete, acoge elementos disímiles reunidos en un conjunto que les da coherencia: pinturas sobre lienzo en distintos formatos, piezas de cerámica, obras más experimentales sobre PVC, muebles que salen de la pared y ocupan el espacio de la sala, todo dispuesto para mostrar los también diversos elementos temáticos: plantas, aves, rocas, insectos, criaturas marinas y unas musas-mujeres, alegoría del arte como inspiración y como trabajo. Todo junto, entrelazado por las sinuosas líneas y las armoniosas capas de color de las obras de Remedios. Coleccionar permite conocer y dar a conocer un pedazo del mundo. Pero también, y sobre todo, es una forma de conocerse y reconocerse en aquello que se guarda y atesora. El arte puede ser también –Remedios lo sabe– una manera de guardar, para encontrarse.

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